Durante el año 2009 trabajé como técnico en la Fundación Amalur, principalmente en el departamento relacionado con la imagen, la historia y el patrimonio. Fueron nueve intensos meses de apasionante desarrollo de proyectos relacionados con el patrimonio cultural, principalmente en el contexto geográfico de Llodio, ámbito de influencia de la Fundación.
La Fundación Amalur desapareció, no sin dejar hondas huellas en obras tan magnas como la recuperación de la memoria colectiva de Llodio, o interesantísimos catálogos como el del patrimonio industrial de la comarca, entre otros muchos proyectos.
Hoy recuerdo con especial cariño el trabajo sobre la casa Etxebarri, elemento arquitectónico de singulares características, cuya puesta en valor necesitaba un empujón. La Fundación Amalur ejerció, en aquella ocasión, de correa de transmisión, llevando a cabo una pequeña investigación, reuniéndose con los diversos agentes implicados, poniendo en contacto a la universidad y el ayuntamiento, dando voz al tema por medio de varios textos en la revista de la Fundación. [SOTO M. Javier, Etxebarri el caserío, págs. 16-21, en Amalur Fundazioa, nº4, 2009, Llodio]
Cabe recordar que la casa Etxebarri estaba en proceso de ruina tras haber sufrido varios incendios y estar expuesta a las inclemencias del tiempo. Sus paredes sirvieron de lienzo para ejemplos de una pinceladura gótica que en Álava tiene su propio estilo. Las pinturas, igual que el resto de la estructura de la vivienda estaban desapareciendo, hasta que el trabajo común, canalizado por la Fundación, consiguió extender a ciudadanía e instituciones la preocupación por la preservación de un patrimonio común a punto de perderse. Enorme, igualmente, el trabajo desinteresado de ciudadanas particulares que, por otra parte, llevaban años avisando del valor del inmueble y de su rápido deterioro.
Hoy día, después de las investigaciones y trabajos llevados a cabo por la Diputación Foral de Álava, observo las fotografías que realicé en aquellas fechas sobre el asunto, y me asaltan, casi por sorpresa, todos esos recuerdos.
Esta semana he ampliado estas dos fotografías que debí crear con alguna de mis cámaras de bajo coste, a juzgar por la expresión de la imagen captada. Se trata de negativos con soporte plástico, formato 135 mm, de revelado químico y emulsión de gelatina.
Hace años que utilizo, entre otros instrumentos, cámaras fotográficas de bajo coste y escaso contenido tecnológico. Esto me permite una relación más libre con el entorno, de la misma manera que posibilita la introducción de elementos, digamos, azarosos, en el flujo de fabricación de las fotografías. Obviamente, tras el procesado de las fotografías, escojo aquellas que considero cumplen en mayor o menor medida, mis expectativas expresivas… [continuará].
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